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El amor enriquece al sexo, el sexo enriquece el amor


¿Que si el estrés afecta a la vida sexual? Definitivamente SÍ. Pero un sí con mayúsculas y subrayado de amarillo fosfi.

Empieza el día, ostras qué sueño. Café en vena y a currar. Tareas, emails, niños, informes, casa hecha una pocilga, OMG la nevera está vacía, se me acumulan los postits, tengo que entregar esto en poco tiempo, pacientes, no me da tiempo a.

Total, que mi cabeza es algo parecido a una olla exprés 🤯, y deseo pulsar el botón de «pause» pero no lo encuentro.

Llega la noche, y cuando parece que la calma asoma, he de convertirme sin más esfuerzo en una tigresa en celo. No, así no se puede.

Entonces, ¿qué? A veces no podemos bajar el ritmo en nuestra rutina, pero si tenemos en cuenta ciertos factores, es más fácil hacer sitio a la vida sexual:

- El sexo no siempre surge y menos con estrés. Planifica (aunque sea mentalmente) momentos de contacto sexual, así a lo largo del día podrás ir mentalizándole y llegar más preparada y motivada al momento.
- Potencia el cariño y el contacto físico, con besos, abrazos, caricias, te quieros. Recuerda que la ternura es un potenciador del erotismo. ¿Por qué sólo nos besamos apasionadamente antes del sexo? Esos besos intensos también caben fuera de la cama.
- En algún momento del día, imagina cómo te gustaría que fuera el encuentro sexual, crea una pequeña fantasía donde te veas disfrutando mucho con tu pareja.
- Intenta estar a gusto contigo misma. Depílate si es tu estilo, ponte ropa interior bonita, dúchate antes de meterte en la cama, ponte una crema hidratante que huela bien. Esas pequeñas cosas te harán sentir más atractiva.
- Hablad de sexo durante la cena, compartid fantasías, recordad vuestras mejores experiencias sexuales juntos.
- Id a la cama pronto. No da tiempo a recoger la ropa, ver una serie, leer y hacer el amor. El sexo implica tiempo.
- Empezad a tocaros muy poco a poco, nada de ir al grano. Despacito, ya lo decía Luis Fonsi.

Para que el sexo vaya bien ha de trabajarse, como la mayoría de cosas. No surge y ya, y menos con estrés o con la crianza entre manos.

Y así, poco a poco, nos volvemos a encontrar en la cama.