Cuidarse para poder cuidar. Regla básica en el trato con otras personas.
Venimos de una mentalidad en la que se esperaba de las personas, especialmente de las mujeres, que fuéramos buenas, entregadas, generosas. Eso es genial siempre que no pase por el olvido de una misma ni por el abandono personal.
De ahí nació la filosofía del autocuidado, la corriente del “tú eres lo primero”, del “aprende a decir que no“, del “quiérete“, del “aléjate de la gente tóxica”. Perspectiva también estupenda, pero que encierra el peligro de caer en el ensimismamiento, en el egoísmo.
La abnegación absoluta y el olvido de uno mismo son una fuente de malestar, pero el egocentrismo también.
Qué importante es conocerse a uno mismo para saber de qué pie cojeamos, de qué podemos pecar. Qué importante es saber encontrar ese término medio donde están las conductas saludables.
Te invito a que hagas una reflexión acerca de en qué dirección te puedes pasar de frenada, para conocer si tienes más riesgo de centrarte demasiado en ti o en los demás.
Aprender a quererte bien para querer bien, es un todo un reto y es lo más.