No estudies medicina sólo porque vienes de familia de médicos, no seas abogado sólo porque tu tío te metería en su bufete, no hagas una carrera difícil sólo porque has sacado matrícula de honor en bachiller, no vivas en tu pueblo sólo porque toda tu familia viva ahí, no votes a un partido político sólo porque es lo que hacen los de tu alrededor, no te quedes con ese novio sólo porque esté muy metido en la familia, no te escondas para llorar sólo porque en tu entorno no se llora, no dejes de tener hijos sólo porque tienes ya demasiados o porque eres demasiado joven, no los tengas sólo porque es lo que toca, no evites un conflicto sólo porque en tu casa nadie discuta, no hagas la vista gorda sólo porque te encuentres en un ambiente con tabúes.
No escojas un camino sólo porque es lo que se espera de ti. No actúes únicamente por cumplir expectativas ajenas, porque la frustración que genera no compensa.
Ojo, existen dos peligros: El primero, actuar para satisfacer esas expectativas. El segundo, coger el camino opuesto únicamente por llevar la contraria. En ambos casos no se actúa con libertad.
Toma tus propias decisiones con libertad, siéntete libre para pedir consejo a los de arriba, escúchales y valora sus experiencias para luego elaborar tu propia decisión con criterio.
Porque la verdadera madurez nos permite coger todo lo que nos han enseñado, para replicar lo que nos parece bueno y desechar lo que no comparto. Sin imitar ciegamente ni revelarse con rabia. Simplemente, exprimiendo lo maravilloso de lo heredado.
Así crecemos, así ampliamos la mirada.