Las relaciones se riegan, o mueren. Como mis plantas. Todas.
Se riegan con muchas cosas: con tiempo, con atención, con cariño... y también escuchando rollos macabeos. Sí, rollos, ladrillos, matracas, tostones, chapas.
La capacidad de escuchar cosas que no te importan ni lo más mínimo, únicamente porque son importantes para el otro, es una manera preciosa de regar tus relaciones. Se llama entrega.
Escuchar a tu abuela hablando de lo que ha comido la última semana.
Escuchar a tu amiga indignada por lo que le ha dicho su ex, aunque te sepas la historia de memoria.
Escuchar a tu pareja hablar de su trabajo aunque no entiendas nada.
Escuchar las preocupaciones de tu hijo, que aunque pienses que son chorradas.
¡Eso es amor! Y si lo haces con alegría, ya te coronas.
Puede ser que a mitad conversación desconectes y aparezca por tu mente un mono tocando los platillos. No pasa nada. Vuelve a la tierra en cuanto puedas. Lo importante es hacerlo con cariño. Escuchar es amar.