Estar de bajón porque se acaba lo bueno y vuelvo al curro. Así de rápido podemos describir el síndrome postvacacional.
Estar triste por el cambio no es malo, es normal, la tristeza tiene muchas funciones y una de ellas es que nos ayuda a valorar ciertas cosas y a tener los pies 🦶 en la 🌍 tierra.
Lo peligroso de este síndrome no es el bajón, sino los reproches:
- Debería haber aprovechado más el tiempo»
- No me tendría que haber enfadado ese día»
- Podría haber salido un poco más»
- Debería haber valorado el estar de vacaciones»
Ahí entramos en bucle, dándole al botón RWD (rebobinar) y reelaborando lo que tendría que haber hecho una y otra vez.
Y yo digo que nos dejemos de rollos, que hemos descansado más o menos, nos hemos reído más o menos, hemos salido de la rutina más o menos y si ahora estamos tristes es porque hemos disfrutado más o menos. Y eso está pero que muy bien.
O sea, que esta semana tendré cara de sepia y no pasa nada, soy normal, es porque las vacaciones han cumplido su función.
En ese caso, ¡bienvenidas las sepias!